Qué es el turbo y cómo cuidar bien un motor con turbo
Cada vez hay más vehículos con turbo, un invento genial que aporta
potencia a motores pequeños. Pero es una pieza delicada que debes
cuidar en dos momentos clave de la conducción.
Cada vez hay más coches con turbo, un elemento mecánico que,
resumiendo, ayuda a que los motores pequeños rindan más y al mismo
tiempo consuman menos. Como en muchos países, los
impuestos sobre los automóviles dependen
de la cilindrada del motor, los modelos pagan menos impuestos que los
que no tienen turbocompresor, a igualdad de potencia ¿Pero cómo se
consigue ese incremento de potencia y par? Vamos a intentar explicarte
el funcionamiento de un turbo y cómo puedes cuidarlo para prevenir
averías.
La razón principal es que un problema en el turbo puede ser muy costoso, ya que esta pieza cuesta, en torno a los
mil euros (hay distintos precios en función de los modelos). No sólo eso, sino que en algunos vehículos es
complicado de sustituir, por lo que la factura de mano de obra en el taller aumenta.
Hace tiempo leí en una web una explicación muy sencilla de qué es un turbo. Lo equiparaba a esos
molinillos de juguete
que giran cuando los soplas. Si se colocan dos molinillos en un mismo
eje, de manera que si uno gira, el otro también lo hace, tienes un
turbo.
Los gases que salen por el tubo de escape se llevan hasta ese
molinillo, que gira. El otro gira al mismo tiempo, soplando los gases
que van a entrar en el motor.Y cuanto más aire entra en el motor, más
corre. Recurriendo a un símil que me contaron en un concesionario, “es
más o menos como si, cuando estás sofocado subiendo una escalera, y te
dan un impulso de aire con un fuelle, pues subes más rápido”.
Luego está el
intercooler, que no es más que un
sistema àra enfriar esos gases que salen calientes del motor. Es
necesario enfriarlos para evitar que el sistema se caliente y porque el
aire caliente ocupa más. Así, al enviarse aire frío al motor con el
turbo, ocupa menos y entra más cantidad
Cuando el turbo empieza a funcionar, da una especie de empujon, el
par, debido al aumento de presión en su interior (en los coches
convencionales entre 0,2 y 1 bar). A esto añade que puede alcanzar 750
grados de temperatura y que gira a 100.000 revoluciones por minuto.
Calor, presión y rapidez. La fórmula perfecta para una avería. Por eso
conviene tener en cuenta
dos momentos clave para cuidarlo:
Ya te habíamos hablado de algunos consejos para arrancar el
coche. No es necesario encender el coche un rato antes de arrancar. En
algunos incluso es una pérdida de tiempo y combustible. Pero en los
motores equipados con turbo (la mayoría de los coches diésel y cada vez
más vehículos gasolina) es más importante, para que el
turbo se lubrique bien.
Simplemente con dejarlo al ralentí mientras te acomodas y te colocas
el cinturón de seguridad, que nos puede llevar un par de minutos, puede
ser suficiente.
Al iniciar la marcha, sobre todo en invierno, no subas mucho de revoluciones el coche con el
motor en frío (menos
de 80- 90ºC). Mientras tu coche con turbo no coja esa temperatura, no
lo fuercces si no quieres que te dure más de cuatro años. Al aceite no
le gustan mucho esos cambios bruscos de temperatura, ya que puede
cristalizarse. Asi que si no puedes dejar el coche al ralentí un rato,
al menos circula tranquilo un rato.
Cuando llegas a tu destino, ocurre algo parecido. Si tu coche
tiene turbo, es importante que dejes el motor al ralentí un par de
minutos. Así, el turbo se enfría y se lubrica bien, además de que la
propia turbina baje de revoluciones. Si no lo haces, a largo plazo, podrías dañar el turbo.
Esto es todavía más importante si has
conducido de manera agresiva,
pegando acelerones. Si el turbo funciona a altas revoluciones, se
calienta. Cuenta con rodamientos para poder girar a esas velocidades tan
altas, que se
lubrican con el propio aceite del
motor. Por eso si, con el turbo muy caliente, apagas el motor de golpe,
seguirá girando por la propia inercia pero sin lubricante, por lo que
sufrirá rozamientos y te durará menos.
Fuente: Automóvil zona